Comencé a estudiar Comunicación Social sin saber que era. Recuerdo que antes de llegar a la universidad estudié un grado técnico de educación inicial (preescolar), otro de administración de empresas, seis meses enfermería, tres meses publicidad y mercadeo, eso sin contar el sinfín de cursos que intenté terminar sin éxito.
Ya sin opciones y un poco decepcionada decidí ir a una universidad que siempre me gustó (la fachada), la verdad no sabía ni que daban allí, así que al averiguar me di cuenta que daban educación pero ya yo había experimentado en ello y no me gustó tanto, así que eso no sería.
En esa universidad también impartían las carreras de filosofía, teología y comunicación social, la verdad yo de filosofía poco y de teología menos, así que la opción era comunicación social pero ¿qué era eso?
Una aventura estaba por comenzar
Recuerdo haberme inscrito al curso introductorio con mucha emoción, durante tres días nos dieron una explicación breve de lo que sería la carrera, presentamos pruebas y ejercicios divertidos para conocernos un poco más.
Pasados los tres días publicaron los resultados de admisión y los datos para formalizar la inscripción, detalles de horarios, materias y demás.
Al iniciar mi primer trimestre de clases vi materias básicas que hablaban sobre la historia de la comunicación, lenguaje, una especie de introducción a los problemas sociales y como la comunicación podría ayudar a resolverlos.
También vimos materias base como estadística, gracias a mis estudios previos esa materia no fue un dolor de cabeza ya que tenía conocimiento.
Sin saberlo cada paso dado anteriormente me estaba preparando para mi futuro.
Los primeros cuatro trimestres me hicieron creer que me gustaba la comunicación escrita y la audiovisual, así que estaba clara que en el noveno trimestres tomaría la especialidad de algunas de esas dos, descartando por completo la segunda opción de comunicación organizacional.
Descubriendo nuevos horizontes
Al continuar mi viaje interminable hacia el aprendizaje descubrí que habían clases como radio, relaciones públicas o diseño de proyectos que me hicieron cruzar el timón y acercarme a un horizonte completamente distinto.
Me empezó a gustar la comunicación corporativa, me encantaba la idea de organizar eventos, hacer las gestiones necesarias para llevar proyectos a cabo y realmente era capaz de disfrutar cada minuto de las clases de marketing, eventos, organización y desarrollo, entre otras.
Así que al llegar el momento de elegir mi mención decidí, sin dudarlo, comunicación corporativa, sin saber que esa elección me llevaría más adelante a sumergirme en otras aguas muy distintas.
De administradora a comunicadora
Cuando comencé a estudiar la carrera de comunicación ya trabajaba como asistente administrativo en una reconocida empresa trasnacional, así que haber estudiado antes administración de empresas sirvió de algo, eso que te sirva para darte cuenta que todas las decisiones que has tomado han sido buenas, ya que sin saberlo todas te han regalado habilidades para avanzar.
En fin, lo cierto es que tras seis años y medio trabajando en esa empresa (desde mis 17 años), estaba estancada y quería evolucionar, así que con un poco de magia del universo y un par de amigas apoyando me fui a una entrevista de trabajo en Televen.
Irónicamente o por cosas del destino entré en ese medio de comunicación en junio, a solo unos días del día del periodista, así que mi primera misión como redactora de la página web de Televen era promocionar el concurso para estudiantes de comunicación social que el canal había preparado, honestamente, no sabía que tenía que hacer.
Echando a perder también se aprende
Este dicho nunca fue mejor interpretado ya que en mi camino de aprendizaje cometí muchos errores como profesional pero lo bueno es que, de muchos, supe aprender.
Tras ocho meses como redactora tuve la oportunidad de asumir el rol de coordinadora de redactores de la página web, un cargo que asumí con miedo pero mucha responsabilidad ya que me sentía preparada para hacerlo.
No pasó mucho tiempo antes de darme cuenta que era un cargo muy demandante, la presión y el estrés me demostró que no estaba haciendo lo que quería, no lo estaba disfrutando, y que mi tiempo en esa empresa había terminado más rápido de lo que imaginaba.
Tras casi un año y medio en Televen decidí renunciar y lanzarme a la aventura de emprender, ser freelance.
Primer mes sin empleo fijo
Ese primer mes recuerdo que lloré mucho, pasé de tener una mensualidad fija a no tener la certeza de que en fin de mes pudiera pagar el alquiler del anexo donde vivía o tan siquiera de comer.
Pero, tuve el apoyo de mi novio, él me animó y me ayudó a dejar los miedos atrás así que comencé a ofrecer mis servicios como redactora por internet, el tiempo en Televen me enseñó a trabajar con WordPress y a iniciarme en el mundo de las sitios web, así que también me atreví y ofrecí mi experiencia para administrarlos y diseñar piezas gráficas.
El camino al éxito fue como subir caminando a Galipán (una tortura)
Nunca he subido caminando a Galipán pero creo que no debe ser nada fácil si uno no tiene preparación y en ese punto en el que me encontraba me encantaría decirte que el primer mes fue todo un éxito y me convertí en la emprendedora que siempre quise ser, pero, la realidad es que el éxito no llega de la noche a la mañana.
Trabajé mucho, más horas de las habituales, me esforcé por aprender habilidades nuevas y poco a poco, pero muy poco a poco, comencé a ver pequeños frutos.
En ese camino de emprendedora agarré algunos trabajitos en distintas empresas que no duraron más de tres meses, cuando saboreas ser dueño de tu propio tiempo no puedes volver a ser esclavo del sistema.
Así que desde el 2017 me especialicé en marketing, emprendimiento, algo de diseño entre otras habilidades que me llevaron a autonombrarme como “Asesora de emprendedores”, ese cargo no existe, yo decidí colocarlo porque me siento muy bien asesorando a personas que han decidido emprender en sus vidas, pero, la verdad es que somos seres cambiantes y lo que hace poco me hacía feliz ya no tanto.
MORALEJA
Puedes cambiar tu pasión siempre que sientas que ya no estás conectado con lo que haces, tienes derecho a cambiar tu carrera, tu profesión, tus tareas diarias si éstas ya no te hacen sentir feliz y me presento como prueba de ello, hoy no me siento cómoda haciendo lo mismo que desde hace cuatro años es por eso que he decidido cambiar lo que hago, no se a donde me llevará esto pero seguro pronto lo sabrán, mientras me despido diciendo que todos estamos constantemente buscando nuestra pasión.